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En noviembre del año 2010 la cetrería, arte de cuidar y adiestrar aves de presa para cazar animales silvestres libres en su medio, fue incorporada a la “Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” en la quinta reunión del Comité Intergubernamental para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial celebrado en Nairobi.

Víctor Rafael Mascarell Mascarell

Es el único arte en el seno de la Caza que ha obtenido este reconocimiento. Así consta en el Ministerio de Cultura. Algo que me satisface, pues durante muchos años la he practicado.

Algunas corrientes en el seno de la caza, como la Oficina Nacional de la Caza (ONC), pidieron al Gobierno español en el año 2012 que promoviera la caza como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la Organización de Naciones Unidas (UNESCO), con el apoyo de la Real Federación Española de Caza. También algunos autores, como Julen Rekondo en su escrito La caza como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, afirmaban en defensa de sus requisitos que «la práctica de esta actividad tradicional ha dejado una significativa influencia en todos los ámbitos de la vida y cultura en España, en la literatura, en la lengua, el arte, canciones, músicas y danzas tradicionales, así como los utensilios, la indumentaria y la alimentación».

A dicha propuesta anterior, que me parece muy loable su iniciativa, no se adhirió la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC), tal vez por no compartir las justificaciones que argumentaron, a lo que me sumo. Uno de sus argumentos indicaba: «La caza, como actividad que regula las especies y genera biodiversidad, es necesariamente compatible con el conservacionismo, de manera que las inversiones que esta genera sean garantes del futuro de los hábitats y habitantes del medio rural y natural» (Agencia EFE). Al proponer con estos argumentos la caza como práctica o actividad, se queda corto y no identifica la magnitud y grandiosidad que ha supuesto la caza para la humanidad.

Este intento fallido no debe de desanimar al colectivo, ni a nuestros gobernantes que lo apoyaron, ni a nuestros representantes que lo pueden impulsar, ni a otros países y naciones del mundo que se pueden sumar, ya que la caza en sí es un patrimonio cultural no reconocido acogiéndonos a la definición de la UNESCO (2014) -Indicadores UNESCO de Cultura para el Desarrollo: Manual Metodológico, pág. 132-:

«El patrimonio cultural, en su más amplio sentido, es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio».

Y eso es lo que es la caza, un legado formativo que se ha transmitido de generación en generación hasta el hombre contemporáneo.

La Caza a lo largo de millones de años ha sido un fenómeno social que ha influido en numerosos aspectos alrededor de la humanidad: bélicos, artísticos, educativos, organizativos, políticos, económicos, comerciales o medioambientales.

Pero habría que analizar la evolución de las personas a lo largo de su existencia, durante millones de años, para darnos cuenta de la influencia, el alcance y contribución que ha tenido la Caza en la forma de vivir, y de ser, de la humanidad actual. Una humanidad que tiene mucho que agradecer a la caza.

Para entender la aportación de la Caza a la humanidad actual debemos de ir mucho más lejos de verla como el ejercicio, la actividad o la práctica de perseguir, acosar, atrapar o abatir animales salvajes en el medio natural, la cual ha proporcionado proteínas al hombre para su existencia; la debemos ver como el fenómeno social y cultural que ha modelado al hombre a lo largo de millones de años, como animal racional, proporcionando a la humanidad contemporánea:

- Sostenibilidad de los recursos naturales. Cazando y recolectando lo necesario, sin agotar el entorno de especies ni recursos que le servían tanto para el mantenimiento de la prole, como para la obtención de herramientas y utensilios extraídos de esos recursos naturales. Además de contribuir al equilibrio ecológico del ecosistema.

- Desarrollo equilibrado. La captura y consumo de animales contribuyó a obtener grandes cantidades de proteínas, que contribuyeron al desarrollo biológico, fisiológico y morfológico del hombre.

- Movilidad. Las sociedades prehistóricas de cazadores se movían condicionados al clima y la caza, una forma de preservar el alimento y un modo de establecer movimientos sociales en diferentes lugares del mundo, y de que esa fuente de proteína animal y fibra vegetal siguiera siendo sostenible a lo largo del tiempo.

- Conocimientos territoriales. Los movimientos de las agrupaciones o tribus o etnias en busca de caza, de la recolección de plantas o emigrando a lugares con climas más benignos, les proporcionaba a las sociedades de cazadores conocimiento de los lugares y de los territorios a lo largo de los siglos.

- Formación e información. La caza ha sido un medio de transmisión de información y de conocimientos. El hombre ha aprendido conocimientos que ha transmitido a sus descendientes para que estos pudieran cazar para subsistir, lo que les ha dotado de formación y habilidades adquiridas a lo largo de miles de años, los cuales se han transmitido de padres a hijos.

- Trabajos en equipo y reparto de tareas. Primero se cazaba individualmente, y a lo largo de los siglos se reunieron en sociedades cazadoras, para hacerlo en grupos organizados con funciones diferentes para cada individuo.

- Jerarquías y mandos. Los maestros cazadores enseñaban a los noveles, lo que ha contribuido a la cadena social y bélica, dotando de lo que en la actualidad conocemos como la cadena de mando; unos han dirigido a los otros para la consecución de los fines planteados por la organización, los cazadores más veteranos enseñaban a los más jóvenes a cazar, unos mandaban y otros obedecían.

- La ganadería. De la caza han nacido la ganadería y el pastoreo. El hombre ha cazado y domesticado a los animales, y a lo largo de su vida se ha dado cuenta que cuidando y criando a esas especies no tenía la necesidad de cazar todos los días. No solo eso, ha domesticado a los animales como auxiliares, para que le sirvieran como herramientas para poder cazar: como los canidos para la defensa y el rastro, las rapaces para la captura de presas, y los mustélidos para el acceso a lugares inaccesibles. Especies, algunas de ellas que han llegado a servir en la actualidad como animales de compañía del hombre.

- Creación de arte. Un arte rupestre basado en la Prehistoria y Arqueología de nuestros ancestros. Enclave y lugares para la observación, donde las escenas de caza de los animales con figuras humanas de arqueros y lanceros, así como representaciones de animales aislados: cabras, ciervos, jabalíes y aves, nos hacen retroceder en el tiempo y darnos cuentas que sus dibujos fueron las primeras expresiones del arte que, a lo largo de los siglos, han ido mejorando y aprendiendo los varones y las mujeres.

- La confección y fabricación de herramientas y utensilios. Unos cazadores que aprendieron a cazar con sus manos, pasando a fabricar lanzas, arcos y flechas, y terminando construyendo y utilizando armas de fuego. Esa imaginación ha sido consecuencia de la caza y de la subsistencia y la supervivencia entre competidores, tanto de la misma especie como de diferentes especies.

- Los enterramientos de insignes cazadores y guerreros en sus poblados, y a los miedos y creencias de dichas sociedades y colectivos, dieron pie y conllevaron a los enterramientos y cementerios de las personas.

Y así, adentrándonos en la antropología de dicho fenómeno, podríamos estar hablando sobre muchísimas más cuestiones importantes que la Caza ha aportado al hombre hasta nuestros días.

La caza ha transmitido habilidades, formas de vivir, valores, comportamientos, enseñanzas, respetos y actos que la humanidad actual le debe a la caza, y a la cultura que ha transmitido de generación en generación a lo largo de la existencia del hombre.

Preservar, apoyar, proteger y fomentar lo que hemos heredado y adquirido de nuestros ancestros a lo largo de millones de años, y que ha contribuido a que la sociedad actual sea como es en el presente; considero que es honrar y agradecer esa aportación que ha contribuido a ser lo que en la actualidad somos las personas. Por eso, considero que reconocer ese fenómeno de la caza como Patrimonio de la Humanidad, sería honrar a nuestros antepasados, y reconocer el legado que nos han transmitido a lo largo de los siglos nuestros ancestros.



Víctor Rafael Mascarell Mascarell
Presidente de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana (ADECACOVA), y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC).
Real de Gandía (Valencia), 27 de octubre del 2017.

Víctor Rafael Mascarell Mascarell. Presidente de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana (ADECACOVA), y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC).
Recientemente he podido leer que se ha reunido la Ministra con la ONC, una asociación creada por la Federación deportiva en la que se integran caza deportiva, armeros y terratenientes que viven de la caza social, para pedirle que se la incluya dentro del Consejo Estatal y del Consejo Asesor de Medio Ambiente.

La Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC) fue la primera en pedirle al Ministerio estar y participar en el Consejo Estatal del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, y también en el Consejo Asesor de Medio Ambiente, el C.A.M.A.; la respuesta del Ministerio fue la siguiente: “Como quiera que la caza es una materia de competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas, no parece adecuada la integración en el Consejo de una Asociación cuyos fines se incardinen en dicho ámbito material”.

En ambos Consejos el Estado Central ha puesto por Ley a los representantes de cinco asociaciones ecologistas, negando y no admitiendo la participación de los representantes de centenares de asociaciones de cazadores con licencias de caza, cuando la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad que crea dicho Consejo Estatal regula la protección de las especies en relación con la caza, el Inventario Español de Caza, la prohibición con carácter general del ejercicio de la caza de aves, o sienta las bases para que la Administración competente pueda autorizar la modalidad de la caza de perdiz con reclamo macho. En una palabra, la Ley interfiere en la caza, pero el Ministerio no le parece adecuado que la Unión Nacional de Cazadores (UNAC) esté en ese Consejo asesor y de participación de dicha Ley.

Pero no sólo sucede esa negación de participación a los cazadores por el Estado Central, también ocurre en las CC.AAs. Les pondré un ejemplo: el colectivo de cazadores es uno de los que más perros y hurones tiene; pues bien, en Valencia recientemente se ha modificado la norma que regula el pasaporte perros, gatos y hurones, y la participación de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana ha sido nula. No les han dado ni participación ni audiencia. Ni tan siguiera forman parte del Consejo Asesor y Consultivo en materia de protección de animales de compañía; ni tampoco del Consejo Asesor de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana.

La caza es una materia constitucional íntimamente relacionada con otras materias, sectores y actividades, ya sean medioambientales, agrícolas, relacionadas con el asociacionismo, los perros o animales de compañía, las armas, carreteras, etc. Las disposiciones o normas que regulan todas estas materias con seguridad afectarán a los intereses de la caza y los cazadores, pero ¿por qué no se les da participación, se les deniega o se les ignora, teniendo muy presente que no van a percibir nada a cambio ni recibir subvención alguna por ello, y costándole dinero de sus propios bolsillos el hacerlo?

El derecho de participación de los ciudadanos en asuntos que les afectan, directamente o a través de sus organizaciones y asociaciones reconocidas por la Ley, es un derecho establecido en la Constitución Española -artículos 9.2, 23.1 (derecho fundamental), ó 105.a-, aunque como hemos visto a la Unión de Cazadores y a sus Asociaciones Autonómicas se ha denegado dicha participación ciudadana, que propugna nuestra Carta Magna.

Víctor Rafael Mascarell Mascarell
Publicado en la Revista TROFEO nº 483 de agosto 2010.

La Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad reconoce a las “Entidad de custodia del territorio (como la): organización pública o privada, sin ánimo de lucro, que lleva a cabo iniciativas que incluyan la realización de acuerdos de custodia del territorio para la conservación del patrimonio natural y la biodiversidad”, y define como “Custodia del territorio (como el): conjunto de estrategias o técnicas jurídicas a través de las cuales se implican a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos.”

A principios del año 2009 escribí el artículo “Entidades de Custodia para el Patrimonio Cinegético”, sobre las realidades, reconocimientos, e iniciativas que pretende, de manera constructiva y positiva, el que las Comunidades Autónomas se involucren de forma real y legal en el reconocimiento y en la labor que vienen ejerciendo desde hace años las Sociedades de Caza o tantas otras, como entidades de custodia, y con la intención de ayudar a establecer el modelo de custodia en España, ya que para mí, la Custodia es una nueva concepción de la protección de nuestro entorno, con la aportación de recursos económicos de instituciones sociales y públicas, implicando a los usuarios y propietarios a través de entidades sin ánimo de lucro, que se transforman en una magnífica herramienta de participación y colaboración de la sociedad civil en la preservación y conservación del patrimonio; pero no solamente del patrimonio natural, también del monumental, cultural, histórico o de cualquier otro ámbito.

Con la custodia, el Estado, que estaba solo en la preservación y conservación de nuestro patrimonio, comparte la labor con la sociedad civil y con la financiación privada. Por ello yo hablaría de custodia y entidades del Patrimonio, y no de custodia y entidades del territorio.

En España, por lo reciente de su implantación, el modelo de custodia se está gestando. Muchas organizaciones custodian nuestro patrimonio y hasta ahora no se les había reconocido: arqueólogos, ecologistas, cazadores, botánicos, naturalistas, ornitólogos, pescadores, etc.; unos por interés, otros por ser usuarios, y otros por convicción; todos tienen que preservarlo y conservarlo, es nuestro patrimonio. Por eso es importante que se les reconozca su labor e implicación, y se les dote de herramientas.

Los cazadores, por ejemplo, desde hace años gestionan parte de nuestra fauna silvestre, la cinegética, realizando acuerdos de custodia, tanto con la Administración pública (planes técnicos de ordenación) como con los propietarios de los terrenos, sean privados o públicos (acuerdos de uso y disfrute), planificando e invirtiendo en mejoras ambientales y de hábitat que benefician tanto al patrimonio cinegético, de las que tienen interés, como a otras especies, sin ningún reconocimiento ni ayuda.

Considero que la idea de la Custodia es buena e importante, y soy de la convicción de que esa figura de entidades de custodia que crea la Ley del Patrimonio Natural, no debería ser acotada por ningún lobby, no corramos el peligro de que algún colectivo determinado trate de dejar fuera a los demás en ésta herramienta de conservación; y que el Estado y las Administraciones, que son las más interesadas, deberían de conducir el modelo que más le interesa a la sociedad actual, estableciendo los cimientos en la participación e inversión civil o pública en la preservación de nuestro patrimonio.

Los antecedentes no engañan. Las licencias de caza, según los datos históricos facilitados por la Generalitat Valenciana, han disminuido de forma progresiva en 22 años en un 57,86%.


El descenso continuo de licencias de caza se traduce en un descenso en el número de cazadores acusado y continuado, algo que nos debería hacer reflexionar a todos. ¿En qué se ha fracasado, o qué se ha hecho mal o se está haciendo mal, para que se haya producido esa disminución progresiva de cazadores? ¿Por qué ha sucedido esto?

LICENCIAS DE CAZA EXPEDIDAS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA

Año 1.990: Total (113.999) Alicante (37.228) Castellón (17.024) Valencia (59.747)
Año 1.995: Total (108.897) Alicante (30.963) Castellón (26.878) Valencia (50.582)
Año 2.000: Total ( 81.892) Alicante (21.530) Castellón (24.499) Valencia (35.863)
Año 2.005: Total ( 70.412) Alicante (18.101) Castellón (21.919) Valencia (30.392)
Año 2.010: Total ( 61.516) Alicante (15.239) Castellón (19.001) Valencia (27.278)
Año 2.012: Total ( 48.037) Alicante (12.201) Castellón (16.646) Valencia (19.190)

Desde hace muchos años la sociedad ha dado la espalda a la caza. La ha condenado a su desaparición. La nueva conciencia urbanista que mira hacia lo ecológico y medioambiental, se ha ocupado de destruir poco a poco al mundo de la caza, y lo que es más grave, se ha asegurado de que no tenga relevo generacional. Que los niños vean a la caza como algo malo… y de esa forma la caza tienda a extinguirse junto con los cazadores.

Pero algo habrá que hacer para evitar que los cazadores se extingan, si se quiere que especies como el jabalí, el corzo, etc. no incrementen su población hasta el límite de no poder circular por las carreteras sin tener un accidente y siniestro provocado por su elevado número, lo que incrementaría las pólizas de los seguros; si se quiere que un animal como el conejo, el jabalí o el arruí esté controlado y su población no se incremente en demasía causando elevados daños a las cosechas, y elevados costes en las pólizas de los seguros agrarios; si se quiere que las poblaciones de lobos, zorros, etc., al no tener enemigos naturales, no aumenten en exceso y acaben con la cabaña ganadera y granjera, lo que comportaría un aumento de los seguros ganaderos; si se quiere que las bandadas de aves como estorninos, gorriones, etc. no sean tan grandes que produzcan daños en las zonas urbanas y agrícolas donde se asienten; etc.

Tal vez se debería de facilitar más y mejor el acceso a la caza; hablar más y mejor de la caza en las escuelas y medios de comunicación generalistas; quitar burocracia y trámites que durante décadas no han dado los resultados esperados, y que no han llevado a mejorar en nada lo que pretendían mejorar; apoyar y ayudar más y mejor al mundo de la caza y al cazador; proteger las especies silvestres cazables del riesgo químico; cambiar las leyes para no exigir tanta obligación y responsabilidad al cazador, y darle más unión; invertir lo que se recauda del mundo de la caza para su mantenimiento; o tal vez se debería impulsar una conjunción de todos ellos, junto con otros más.

Si no se hace nada para evitar que los aficionados dejen la caza, y si sigue disminuyendo al mismo ritmo como hasta ahora, en veinte años más habremos acabado con los cazadores. La extinción de los cazadores supondrá un gasto inasumible e insostenible por la sociedad en general, pues esa labor del equilibrio poblacional de las especies silvestres (para evitar daños a las personas) recaerá sobre los bolsillos de los propios ciudadanos, algo que ahora realizan los cazadores con su dinero, pagando por dichas especies y además pagando por poder hacerlo.


Víctor Rafael Mascarell Mascarell
Presidente de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana (ADECACOVA) y miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC)

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